Es ya muy sabida la influencia que tiene la visualización en nuestras vidas. A pesar de ello, aún hay algún colectivo escéptico que lo tacha de pamplinas: » Yo he visualizado que me toca la lotería, y no me ha tocado». Meeeeeec! Eeeerror! Querido amigo, lamento comunicarte que ya has pinchado en el mismo momento que has mencionado «NO».
Si bien la visualización funciona, debes ser paciente. No pretendas pedir y que aparezca sin más, pues como todo, lleva un proceso.
No hay una fórmula exacta que te diga en que tiempo se acabará realizando tu visualización. El mayor problema con el que nos encontramos es que somos impacientes por naturaleza, y por lo general, poco constantes. Queremos las cosas aquí y ahora. Esto es lo que le sucede a la mayoría, en algunos casos también me ha sucedido a mí; dejas de enfocarte en esa situación con el paso del tiempo y la idea acaba desvaneciéndose.
La visualización consiste en querer algo, y creer que lo conseguiremos con tanta fuerza, que el tiempo de demora no suponga aflojar nuestras expectativas.
Esta misma mañana he visto en televisión unas imágenes de archivo de Iker Casillas en una entrevista que realizó con apenas 17 años en las que le decía a su entrevistador:
«Aunque no te lo creas, llevo años pasando por delante del Santiago Bernabéu con mi padre diciéndome: Algún día jugaré ahí»
Como el caso de Iker, se han escuchado ya varias declaraciones: » lo quería con tanta fuerza que al final lo conseguí».
Todo esto que a priori parece magia, tiene detrás una base científica: Si nos pusieran electrodos que midieran nuestra actividad cerebral viendo un objeto, y nos pidieran que cerrásemos los ojos imaginando dicho objeto, veríamos que la actividad cerebral seguiría siendo la misma.
“La solución es que el cerebro no hace diferencias entre lo que ve y lo que imagina porque las mismas redes neuronales están implicadas; para el cerebro, es tan real lo que ve como lo que siente”, afirma el bioquímico y doctor en medicina quiropráctica, Joe Dispenza. En otras palabras, fabricamos nuestra realidad desde la forma en que procesamos nuestras experiencias, es decir, mediante nuestras emociones.
Sabiendo que nuestra mente no diferencia entre lo real y lo imaginado, si visualizamos todos los días aquello que queremos conseguir insistentemente, nuestro cerebro, aún cuando estemos durmiendo, estará trabajando en ello, de manera que en cuanto perciba cualquier señal, por pequeña que sea, que de la más mínima posibilidad de alcanzar su objetivo, será para nosotros mucho más significativa de prestarle atención.
Si quieres llevar a la práctica la estrategia de visualizar, puedes comenzar por escribir un objetivo pequeño que quieras conseguir en un papel y déjalo al lado de tu cama. Léelo todas las noches y después visualízate en esa situación antes de dormir (es cuando nuestro cerebro está más activo).
Cuando crees en algo con tanta fuerza, no tiene otra salida que ocurrir.
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